Mis dedos se vuelven torpes en días como hoy, días en que mi fuego interno absorbe todo lo que me rodea y lo transforma en notas y colores, en risas y paseos interminables bajo nubes de cristal y castillos celestiales, en frases comprensibles y metaforas abiertas solo para mentes virgenes.
La divina obsesión de mi alma, que viaja cual sangre por mis venas, adultéra mi esperanza dándole tonos irreales y aligera el transitar incasable de mis torpes dedos por los laberintos de la magia y el amor, obligandome a habitar en sueños del ayer, obligandome a olvidar mi presente cuando aún existe el mañana...
¡Gracias!
Hace 15 horas
El ayer, para formarnos
ResponderEliminarEl hoy, para bienvivirlo.
El mañana es solo una proyección del hoy
Si aprendimos del ayer, el mañana será mejor que el hoy.
Saludos.